Mayo llega a su fin.
Para nosotros, los expat, empieza la temporada alta. Junio, a pesar de estar en el medio del calendario, marca un fin: fin de curso académico y fin de etapa para muchos; y marca el comienzo de la época de las transiciones. Junio significa contradicción, adiós, estrés, papeleo, cajas, despedidas, cierre, llanto, recuerdos, ilusión, comienzo y aventura. Todo a la vez. Todo mezclado. Casi todo a presión.
Junio es el mes de “las últimas veces”.
La última vez que… voy a mi supermercado, a mi peluquero, a mi café, a mi restaurante favorito, que cojo un libro de la biblioteca, que veo la puesta de sol aquí, que abrazo a mi amigo, que conduzco este coche… (sin tener un accidente en este país), que voy a mi última cena y como total, es la última vez… me como este plato típico… ¡aunque me ponga fatal de la barriga!
Cada mes de junio miles y miles de familias se despiden de una vida. La meten en cajas junto con la pena. Se montan en un avión con ilusión. Cambian su realidad en cuestión de horas con esperanza para volver a instalarse con voluntad y esfuerzo en un lugar temporal.
Y aunque parezca mentira, en ese periodo de cambios, de sacudidas emocionales hay algo que permanece inmutable: la certeza que al cabo de unos años se volverán a encontrar guardando la pena en cajas, viajando con ilusión e instalándose con esperanza, voluntad y esfuerzo en otro lugar.
Son familias, son solteros, son parejas. Todos valientes. Todos se enfrentan a las mismas cosas. Todos se enfrentan a las pérdidas. Las notas de color se ponen en el modo en el que cada individuo o grupo logra afrontarlo.
Uno de los recuerdos recurrentes de mi vida son los traslados. Están llenos de sensaciones y emociones contradictorias: alegría-tristeza, conocido-desconocido, adiós a amigos-hola a nuevos amigos… A pesar de esas contradicciones, yo vivo los traslados de manera positiva. Me gusta cambiar, me ilusiona. No se si podría echar raíces en un sólo lugar, casi me parece triste y aburrido tener que vivir siempre con la misma gente y las mismas costumbres.
Los traslados son una oportunidad para hacer una limpieza, no sólo de objetos, sino de emociones, de relaciones, de todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos. Con cada traslado aprendo algo y cada vez viajo más ligera de banalidades llevando sólo el peso de lo importante. En cada nuevo destino, tenemos la oportunidad de re-inventarnos, pero hemos de esforzarnos en que la reinvención sea auténtica.
No siempre es fácil empezar de nuevo. Los cambios exigen un gran esfuerzo por nuestra parte para gestionar todas las emociones, personas y situaciones a la que nos enfrentamos.
Siempre he sido “la nueva”. Mi timidez extrema y llegar nueva a un lugar era una combinación explosiva. No era nada fácil. Y por si fuera poco, solía ser la primera de la lista por orden alfabético…
Durante años me ha dado envidia sana toda esa gente que estaba en el colegio desde los cuatro años, se conocían desde pequeños, tenían historias que compartir desde que llevaban pañales. En todo grupo se dan un montón de situaciones en las que todos recuerdan juntos. En esos momentos era cuando me sentía fuera, volvía a ser “la nueva”. Era diferente. Sentía que no encajaba. Por un lado sentía pena por no tener un vínculo tan fuerte con unos posibles “amigos de infancia” y por otro lado, no comprendía del todo ese arraigo.
Una de las cosas más difíciles era responder a la pregunta ¿de dónde eres?, ¿se refiere a dónde nací?, ¿dónde he vivido?, ¿de dónde son mis padres? o ¿cuál era el último lugar donde he vivido?
Todo el mundo a mi alrededor tenía claro de donde era, pero yo no me sentía de ningún sitio. No me sentía de dónde eran mis padres, no me sentía que pertenecía al lugar donde vivía, ni al que había vivido antes… y la verdad es que no entendía la necesidad de la gente de pertenecer a un lugar. Yo no era de ningún sitio y normalmente, eso preocupa mucho a mi interlocutor.
Durante muchísimo tiempo la respuesta era un poco larga “soy nacida en León, pero he vivido en muchos sitios en el que más, Soria”, hasta que me di cuenta de que a la mayoría de la gente no le importa mucho, sólo les gusta saber que eres de donde ellos, así que para facilitarme las relaciones pero sin mentir, opté por abreviar la respuesta. Que el interlocutor era de León, pues yo también, que era de Soria, pues yo también, que era de Barcelona, pues yo también… y la verdad es que es cierto, soy un poco de cada sitio donde he vivido. Tengo raíces… ¡pero no en un sólo lugar!
Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, encontré un libro que me ayudó a entender mi realidad, mis sentimientos y me hizo darme cuenta que todo lo que sentía o pensaba tampoco era “raro” simplemente yo pertenecía al grupo de personas que no tienen raíces en un lugar sino en muchos.
Desde entonces, es uno de mis libros de cabecera. Lo he consultado en muchas ocasiones. Lo he releído a veces algunos capítulos, otras completo. Cada vez veo algo diferente, cada vez me toca y le encuentro sentido a nuevas cosas, es el libro de base de cualquier persona expatriada, de las madres de niños que son criados por el mundo. Os ayudará a entender su realidad, enfrentaros al libro pensando en vuestros hijos, en cómo ellos deben percibir el mundo, ellos no son tú, quizás no tengan arraigo a un lugar, pero depende de ti que sepan “arraigarse” a la gente. Eso serán sus raíces, eso será su base emocional para el futuro.
Si vuestro inglés es suficiente os recomiendo su lectura. El libro se llama Third Culture Kids: Growing Up Among Worlds, escrito por David C. Pollock y Ruth E.Van Reken.
***Si en este blog os recomiendo una lectura, siempre me refiero a lectura “crítica”. Leed el libro, pero no olvidemos que cada persona es un mundo, cada experiencia y cada una de vosotras y de vuestros hijos es único, así que … ¡cautela y que prevalezca el sentido común!
¡Ahora os toca a vosotros! Os “escucho”.
Mónica, EXPAT-ñola
info@sos-expat.com
http://www.facebook.com/SOSexpat
http://www.facebook.com/expathealthjournalMay is coming to an end.
For us, expat, the high season starts. June despite being in the middle of the calendar, marks an end: end of the school year and end of a period for many of us. It also is marks the beginning of the transition periods. June means contradiction, bye, stress, paperwork, boxes, farewell, closure, cry, memories, hope, start and adventure. All together. All mixed. Almost everything under pressure.
June is the month of “the last time”.
The last time that… I go to my supermarket, to my hairdresser, to my coffee shop, to my favorite restaurant, that I borrow a library book, that i see the sun from here, that I hug my friend, that I drive this car… (without having an accident in this country), that I go to my last dinner and as it is the last time… I decide to eat this typical dish…¡even if I get sick later!
Every June, thousands and thousands of families say by to a life.
They pack it into boxes with their sorrow. They jump into the plane with excitement. With hope, they change their realty in a couple of hours to get settled with will and effort in a temporary place. And, even if it sounds incredible, in such a period of changes, of emotional turbulences there is something that will remain immutable: the certainty that after some years they will be again packing their sorrows in boxes, traveling with illusion and getting settled with hope. They are families, they are singles, they are couples. All brave. All facing the same things. All facing losses.
The colorful notes are present on the way every individual or group manages to face it.
One of the recurring memory in my life is moving. My memories are full of contradictory sensations and emotions: happiness – sadness, known- unknown, bye old friends-hi new friends… Despite these contradictions, I live moving in a positive way. I like changing, I get full of excitement.
I do not know if I could put down roots in just one place, it almost appears sad to me having to always live at the same people, with the same traditions.
Moving is an opportunity to do a cleaning, not only objects, but also emotions, relationships and ourselves. In every move I learn something, and every time I travel with less banality carrying only the eight of the important.
In every new destination, we have an opportunity to reinvent ourselves, but we have to make an effort to do it with authenticity.
It is not always easy to start all over again. Every change requires an extraordinary effort by our side to manage the emotions, people and situations we face.
I have always been “the new”. My extreme shyness and arriving new to a place was an explosive combination. It was not easy. And as it was not enough, I used to be the first one in the alphabetic order…
For many years I felt a healthy jealousy for all those people that was together at school since they were four years old. They knew each other since they were kids, they had stories to share since they were in diapers. In every group, there are many situations where everybody brings memories together. In those moments is when I felt apart. I was once more “the new”. I was different. I felt I did not fit. In one side I felt sad for not having such an ingrained relationship with this kind of “childhood friends”, but on the other side, I could not understand all this attachment.
One of the most difficult things is to answer the question: where are you from? Does he mean: where was I born? Where did I live before? Where are my parents from? Which is my nationality? Or where do I feel I belong?
Everybody around me knew the answer, but I did not felt from any place.
I did not feel I was from my parents place, neither where I was living, nor the place I lived before… and to be sincere, I did not understand the need of being from somewhere. I was from nowhere and it usually worries a lot my interlocutor.
For many years my answer was really long, “I was born in León, Spain, but I lived in many places, the longest Soria”. until I realized that most of the people did not care much, they just want to feel that you feel the same origin, so to make relationships easier without lying, I decided to shorten my answer.
If my interlocutor was from León, me too, if he was from Soria, me too, if he was from Barcelona, me too… and it is true, I belong to every place I´ve lived I have roots… but spread around!
When I was pregnant with my first child, I found a book that helped me to understand my reality, my feelings. And it made me realize that everything I felt or thought was not so “weird”. I simply belonged to the group of persons that do not have roots in only one place, but in many places.
It became one of my bedside books. I have checked it many times. Sometimes just some chapters, in other moments I had read the whole book again. And every time I see something different, every time touches me and I find new things that make sense to me. In my opinion is the basic book for any expat, for any TCK mum. It will help you to understand how they see their reality. We should confront the book thinking in your children in how they see the world, they are not you. Maybe they do not have roots in a place, but it is up to you if you want to make them feel “enrooted» to people. They will be their roots, they will be the emotional base in the future.
The book is called: Third Culture Kids: Growing Up Among Worlds, by David C. Pollock y Ruth E.Van Reken.
***If in this blog I recommend a book, I always will mean “critical reading”. Read the book, but do not forget that everyone is different, every single experience and everyone of you and your children is unique, so … be careful and shall prevail common sense!
Now, it is your turn! I “listen”.
#Expatñola, mirada de una nómada expatriada
No responses yet