Publicado el 16 septiembre, 2015 por Monica Alvarez Digon
Si, es políticamente incorrecto hablar de un día de mierda.
Especialmente nosotras, que somos expatriadas y “lo tenemos todo”. Pues por eso, por tener tenemos hasta días de mierda como todo el mundo. Lo único que nos diferencia de “todo el mundo” es que no nos podemos quejar de esos días de mierda sin culpabilizarnos, porque se supone que tenemos “la vida ideal”.
Hoy te voy a ayudar para que tengas los días de mierda soñados, ¡porque también los expat tenemos derecho!
¿Por qué tenemos derecho?
Porque la realidad dista mucho de las apariencias. El que nos lea y no haya vivido algo así, nos tachará de desagradecid@s. Pues yo afirmo que las personas acompañantes expatriadas, a pesar de las casas, los lujos, los viajes y las “fiestas”, tenemos una vida dura, no todo es fácil y perfecto. Ni siquiera todos los días son soleados para los expatriados en el Caribe.
La mayoría de las personas que estamos siguiendo a nuestros esposos/as por el mundo renunciamos a la infinidad de cosas.
Algunas de esas cosas las conocemos antes de irnos. Sabemos que vamos a renunciar a nuestra carrera, a nuestro entorno, a nuestra familia y amigos, a nuestra comida y cosas materiales y a pesar de eso seguimos adelante con la decisión para mantener la familia unida, son decisiones generalmente consensuadas entre los miembros de la pareja.
Es una decisión voluntaria y “casi” plenamente consciente, digo “casi” porque si no se ha vivido la experiencia antes, no se sabe lo que implica, ni uno, ni el otro miembro de la pareja.
El hecho que 10 o 15 años atrás hayamos tomado una decisión “consciente” no significa que no se puedan tener momentos de duda. Toda decisión y su parte positiva y su parte negativa y si seguimos viviendo esta vida puede ser por dos motivos: bien porque nos sigue compensando, o bien porque nos sabemos cómo salir de esto.
Hoy me voy a centrar en en la primera opción: nos sigue compensando vivir esta vida.
En las motivaciones habrá tantas como individuos y familias pero en general la razon que prima es el bienestar general de la familia. Algunos podrían decir que es algo que también hacen muchas personas sin ser expatriados y ellos no tienen tanto conflicto, ¿por qué?
Porque las personas que renuncian a un trabajo por estar en casa para criar los hijos siguen manteniendo otros pilares de la identidad estables, la familia, los amigos y su entorno no varían drásticamente.
En una familia expatriada esos pilares desaparecen cada poco tiempo. Los amigos, la familia y el entorno desaparecen para todos sus miembros, pero tanto los hijos en el colegio, como el compañero que trabaja mantienen una “cuota” de su identidad fuera de la familia, los acompañantes “desaparecen” completamente para tener que reconstruirse de nuevo al 100%. Algunas personas están al 100% satisfechas de su vida como acompañantes, porque quizás ya han conseguido un reconocimiento laboral satisfactorio antes de la expatriación, porque es una expatriacion temporal, porque es el modelo de vida ideal… pero para otros muchos, sobre todo los acompañantes “con contratos indefinidos” esto tiene repercusiones. El hecho de tener que reconstruir cada dos o cuatro años esta parte que influye en nuestra identidad es agotador y tiene una gran influencia en la autoestima y bienestar general.
Esta vida es muy interesante.
Vemos y experimentamos cosas que nunca jamás podríamos vivir, cosas y situaciones privilegiadas y que nunca hubiéramos soñado. Conocemos a gente muy interesante con la que podemos mantener conversaciones apasionantes, desde puntos de vista totalmente diferentes. Conocemos a gente que cuentan historias vividas sobre acontecimientos históricos. Tenemos la suerte de enriquecernos con todo lo que nos aporta estar expuesto a una variedad cultural enorme, a ver el mundo desde otro punto y apreciar las pequeñas cosas de la vida, aprendemos a agradecer y disfrutar lo que tenemos porque somos privilegiados y si se quiere se puede aprovechar para crecer mucho como persona y como ser humano.
Esto no quiere decir que todos los días sean de color de rosa. Esta vida tiene una parte extremadamente dura. Personalmente creo que uno de los peligros mayores de las que somos “expatriadas con contrato indefinido” es el perdernos, perder nuestra esencia, volvernos invisibles como individuos.
Aquí depende de cada uno, del momento de la vida y personalidad. Hay personas que no lo necesitan que son felices y se sienten bien siendo “esposa de” porque normalmente genera un estatus determinado. Para otros, no es importante sobre todo en algunos periodos concretos como mientras los niños son pequeños o si se tenía una profesión que ocupaba un 100% del tiempo y la expatriación es un regalo.
Muchas de nosotras hemos empezado esta vida de bastante jóvenes, conocimos a nuestras parejas cuando estábamos empezando una vida laboral y renunciamos a ella. Yo no me arrepiento de no haber tenido una carrera “clásica”. Creo que es un privilegio haber podido estar en casa para recibir a mis hijos, para compartir cosas con ellos, para ir a su colegio, para tener tiempo para organizar sus cumpleaños, para poder hablar sin tener que ir corriendo todo el día, para estar disponible al 100% para su adaptación, para poderme ir de vacaciones a que pasen tiempo con la familia de origen durante dos meses en verano, para poderles cuidar tranquilamente cuando se ponían enfermos… He tenido la fortuna de estar con ellos sin límites aprovechando estos años que son únicos y pasan volando, viviendo experiencias maravillosas y no lo cambiaría. Es un verdadero regalo de la vida para nuestra familia el haber podido vivirlo así.
Y como la vida es cambio y evolución, estos niños crecen y llega momento en el que van ganando independencia, los esposos/as siguen trabajando y los acompañantes estamos un poco perdidos. Muchas personas necesitamos más estímulos. Ayer por la noche tenía una cena y una mujer de carrera, soltera y realmente encantadora. Se tocaba el tema de los acompañantes y los motivos por los que trabajar era bueno y habría que fomentar políticas de integración en las organizaciones. Ella, queriendo ayudar a positivizar y dar valor y reconocimiento al hecho de ser ama de casa dijo que “ocuparse de la casa es un trabajo”. Es cierto. Lo único que muchas de las personas acompañantes no aspiramos a “ocuparnos de la casa”, lo hacemos porque es una decisión tomada, un compromiso y una necesidad que va perdiendo importancia a medida en que los miembros de la familia se vuelven más independientes, así nuestro “valor” en el día a día de esa casa disminuye y nos enfrentamos a un “vacío”.
Ese es un momento en el que casi todas queremos volver a retomar la carrera. Somos aún jóvenes, formadas y necesitamos sentirnos bien, sentirnos estimuladas y útiles.
Buscar trabajo como “mujer de” no es fácil.
Muchas veces es muy muy complicado hacer que te vean como individuo, que vean tu potencial sin asociarte a tu marido o hijos. Casi me atrevo a decir, ¡que es difícil que te vean!
En teoría casi todos los países ya tienen políticas para la integración de los acompañantes en el mundo laboral, pero en la práctica esto no es todavía un hecho generalizado.
Creo que muchas de nosotras no queremos una carrera al 100 × 100, somos conscientes de la renuncia que hicimos hace muchos años, en la mayoría de los casos no nos pesa pero sí que necesitamos tener una una pequeña vida laboral, aunque sea por proyectos esporádicos que nos inyecten una dosis de autoestima e identidad para que nos ayude a tener estabilidad, a sentirnos útiles, motivadas y estimuladas. Todo el mundo necesita algo que nos haga sentir que tenemos una valía por si mismo, no como únicamente como “complemento de” un esposo o hijos.
A pesar de las políticas de integración, a pesar de la alta calificación y valía de los acompañantes, en la mayoría de los casos en la práctica no hay nada.
Ser “mujer de” puede abrir las puertas a hacer reservas en restaurantes, pero nos cierra puertas al empleo o emprendimiento.
En muchísimos casos, esperan que colabores y realices proyectos gratuitamente, ¿suponen que es tu hobby y no necesitas ni quieres el dinero? A veces es cierto, ¿pero porqué nos discriminan? Que yo sepa, los trabajos se pagan dependiendo de la calificación, responsabilidades,etc. Lo que se pide son curriculum y referencias no tu cuenta bancaria y declaración de bienes ¿no? Parece que es algo que solo se aplica con las parejas de expatriados, en países difíciles, porque en las sociedades normales, ser rico o pobre no influye en el salario…al menos en negativo.
Los responsables de las organizaciones están dispuestos a pagar millonadas por traer “expertos” de otros lugares, o personas “de confianza” para supervisar tareas simples y muchas veces tienen las personas cualificadas, fieles y motivadas en el sofá de su casa, pero nadie abre los ojos. Es una ironía. Cuando tú eres la que está sentada en ese sofá oyendo como hablan de traer un “experto” en tu campo de actividad pagando auténticas fortunas, crea frustración, resentimiento e insatisfacción y hace que te sientas invisible y anulada como persona, que te cuestiones tu valía.
¿No da eso derecho a tener un día de mierda?
Yo creo que sí. Somos expatriadas y renunciamos a mucho. Hemos de poner límites, nadie puede quitarnos el derecho a sentirnos mal por cosas que creemos injustas y tener nuestros “días de mierda”. Los “días de mierda” son buenos y necesarios, eso si, hay que poner ciertas bases porque si no corres el riesgo que en vez de un “día de mierda” sea “una vida de mierda” para ti y los que te rodean.
Condiciones para poder tener un “D.M.” (día de mierda) satisfactorio.
1- No tienes derecho a tener un D.M. si no hay una motivación real.
2- El D.M. ha de ser el inmediatamente posterior al hecho que lo motivó.
3- Tienes la obligación de tener preparada la “acción positiva del día después”. No puedes empezar tu D.M. sin esta condición.
4- El D.M. tiene una duración limitada y no puede ser superior a 24 horas.
5- Tienes que decidir cómo es tu D.M. perfecto: llorar sin parar, dormir todo el día, tener mal humor, o como me dijo mi amiga…comerte todo el chocolate de la casa. Eres libre, decides tú.
5- El día después del D.M. (DDDM) ha de incluir obligatoriamente vestirse bien, dar un paseo y sonreírse en el espejo a primera hora.
6- Tienes la obligación de informar a tu pareja e hijos (si son suficientemente grandes) de que estás en tu D.M. oficial. Así cualquier discusión o reproche se pondrá en el cajón de “reproche por derecho de D.M.”
7- Tienes el derecho a que nadie te consuele, tienes el derecho a disfrutar de todas las emociones negativas de tu D.M. sin ningún tipo de interrupción.
8- Estás obligado a gozar intensamente de tu D.M. Todas esas emociones negativas tan intensas se terminarán pronto y si no habrás desperdiciado tu oportunidad.
9 – Está prohibido tener varios D.M. seguidos.
10- Está prohibido no comunicarlo a nadie, aunque sea informarme a mi pero díselo a alguien.
Con esto solo te puedo decir:
¡FELÍZ DÍA DE MIERDA!
Mónica, EXPAT-ñola
No responses yet